Pocas veces a lo largo de mi carrera he visto, entre los comensales de una misma mesa, tanta unanimidad a la hora de despacharse en elogios frente a un plato, que la vivida con el canelón de faisán del restaurante Rilke, en Barcelona. Una explosión de sabor complejo que impregnó de umami nuestro cerebro y nos hizo sentir la sabrosura de
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